Abrázame

Hace días que pienso en tu manera de abrazarme, tan fuerte pero también tan tierna, tan profunda pero también tan física. Tienes una manera de abrazar que no se olvida, por lo que pensé en ti cuando con mi hija, hablábamos del poder del abrazo para hacer frente a sus miedos, exámenes, o angustias. Su profesor, le preguntó un día como se preparaba los exámenes, y ella le habló del poder del abrazo y de cómo lo practicaban entre sus hermanas para cargar de energía alma.

Los abrazos dentro del ámbito familiar suelen desaparecer con la pre-adolescencia, etapa donde las demostraciones de afecto entre padres e hijos parece no gustar demasido a los segundos. De repente da vergüenza mostrar sentimientos abiertamente, y las despedidas o bienvenidas se resuelven con dos besos regalados y perdidos en el aire.

Pero he aquí que un día, decidimos que aquellas saludos de trámite se tenían que cambiar, conscientes del distanciamiento que suponían entre miembros de una familia. El abrazo era demasiado exagerado para el día a día, así que se consensuó un término medio; ni dos besos, ni un abrazo, sino un solo beso pero, eso si, entregado y amoroso, chic to chic, real, sincero, como il faut !!

Y así es como he recuperado los abrazos con los amigos y los besos con los hijos, hermanos y padres, porque la vida son cuatro días y no puede ser que esperemos a que el otro no esté  para lamentar todos los besos y los abrazos aparcados que le hubiéramos querido dar. Desde entonces cada vez que nos despedimos, lo hacemos con un fuerte abrazo y lo alargamos todo lo que podemos en el tiempo, como si a más segundos, más energía.

Es por ello que mañana te buscaré y te pediré que me abraces fuerte y valiente, como cuando compartíamos momentos y confidencias. Te buscaré también para agradecerte toda la energía que me transmitiste cuando más la necesité y que, de repente, me ha venido a la memoria como un relámpago. Mejor tarde que nunca. Tú, que eres paciente, ya lo sabes.

Gracias, gracias, gracias!